Capítulo 2.

Gloria, separándose del abrazo me susurró al oído:
- Corre, que tu hermano se dirige hacia ti- dijo demasiado bajo como para oírlo.
-¿Qué...?- dije interrumpida.
Mi hermano fue el motivo, me quitó el gorro y salió corriendo.
-¡¡Hey!! ¡Devuélvemelo!- dije.
Corrí rápida hacia él, lo malo es que se percató de ello y huyó entre risas. En esa persecución hubo de todo: muecas, gritos, caídas, intentos fallidos...(y mientras Gloria partiéndose de risa) hasta que el idiota de mi hermano, controlando mi velocidad se chocó a sus espaldas contra el profesor que le tocaba la guardia, justo el más serio y estricto. Me paré  y empecé a andar los pocos metros que nos separaban como si el tema no fuera conmigo. Aprovechando que los dos se habían caído, cogí con furia el gorro con una mirada asesina hacia él, después intenté ayudar al profe a levantarse, y éste con una cara roja e hirviendo por la que sobresalían varias venas en la frente, rechazó mi ayuda levantándose rápida y temblorosamente.
-¡¡Vosotros!!- dijo con una voz semejante a los maléficos de Disney- ¡Estáis castigados dos semanas sin recreo!
-Genial- espeté en mis pensamientos- Espero que estés satisfecho, Martín.
Subimos en silencio por las escaleras hasta llegar a nuestro bloque.
- Ha estado divertido ¿eh?- dijo él, todavía jadeante.
Le miré con cara de asco durante dos segundos y le empujé con la mano en su cabeza.
-Por tu culpa estoy castigada- respondí entre dientes- y se lo dirán a papá y mamá.
-¿Y?- preguntó con una sonrisa muy falsa- ¿Y qué? Bueno, vale puede que nos regañen pero están tan ocupados que no tendrán tiempo.
- Imbécil- le dije con una risa tan falsa como su sonrisa.
-Además los profesores siempre exageran sus castigos cuando están enfadados, en cuanto se calme nos lo quitará.
Cerré la puerta del aula con fuerza, demostrándole que aún seguía enfadada y me senté en mi sitio.
-Supongo que esto es lo bueno- pensé- no paso frío y puedo adelantar los deberes...

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Un rato después llegaron todos un poco revolucionados, algunos saludándonos y los menos enterados preguntando que qué hacíamos aquí.
Gloria se sentó a mi lado.
-¡Qué mala suerte tienes Aure!-empezó- ¡Justo te ha tocado ese profesor!
-Ya...-respondí.
-No estarás enfadada ¿verdad?-dijo preocupada.
-No ¿Por?- contesté.
En ese momento entró la profesora Claudia, un poco petarda la verdad... Pero explicaba bien las lecciones.
-¡Hoy examen sorpresa chicos!- Dijo Claudia con su voz cursi.
Entonces abrió la puerta la Señorita Carmen con una sonrisa.
-Claudia ¿Puedo hablar contigo un momento por favor?- pregunto la señorita Carmen con timidez.
-Uy sí claro, ¿Qué pasa?- respondió ella acercándose a la puerta.
Y se pusieron a cuchichear haciendo gestos con las manos, y mientras los cotillas de la primera fila intentaban oír que pasaba.
-¡Ah vale gracias!- se despidió Claudia.
-¡Hasta luego!- dijo Carmen cerrando la puerta.
Claudia dejo el libro de texto y la tiza en su mesa y se sentó mirando su lista de faltas de puntualidad y citas de los padres unos cuantos minutos en silencio.
- Aurelia y Martín- dijo al fin la profesora.
Miré hacia ella con nerviosismo porque seguro que nos iba a hablar sobre el accidente con el profesor en el patio.
-¿Sí?- dijimos a la vez.
- Vosotros os podéis ir a vuestra casa, vuestros padres os están esperando. Otro día haréis el examen...- respondió ella con una sonrisa.
Nos quedamos perplejos y por otro lado aliviados por el escaqueo del examen pero ¿Por qué nos llamaron a casa? Mientras recogía mis cosas de la cajonera de la mesa se me formó un nudo en la garganta. ¡¿Y si sería porque se han enterado de lo que pasó en el patio?! Si nos han llamado tan pronto será porque están enfurecidos.
Al encontrarnos en frente la puerta de casa miré a Martín indecisa.
-¿Estas listo?- dije
-Supongo...- respondió con miedo mal disimulado.